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  • Cómo se hace un piloto de F18 en la Armada

       (1 reseña)

    Ares121

    ¿Qué se siente al matar a otro hombre?

    Me sentí exultante. . .

    La razón por la que me sentía exultante era porque la guerra se había vuelto muy personal para los pilotos de caza a bordo del U.S.S. Saratoga. Durante la noche anterior, en el primer ataque de la Tormenta del Desierto, uno de ellos se había convertido en la primera víctima estadounidense.

    Nadie sabía oficialmente lo que le pasó a Scott Speicher. Había sido el número cuatro en un vuelo de F/A-18 Hornets que tronando a través de la oscuridad hacia el objetivo, en el camino hacia el objetivo, algo pasó. Speicher desapareció.

    Así que al día siguiente, estaba Mongo, un novato en su primer tour en el escuadrón, en su trayecto para bombardear al enemigo. Estaba ocupado, casi demasiado ocupado, para tener miedo. Casi.

    “Era como hacer malabares con vasos de cristal”, recordó Mongillo (de apodo “Mongo”). “Seguían lanzando nuevos vasos de cristal para continuar con los malabarismos. Tenías miedo de que dejaras caer uno. Era difícil mantenerse al día con toda la actividad frenética que te rodeaba. Tenía que mantener a la vista a los otros tres cazas del vuelo. Tenía que hacer un seguimiento de dónde iban, cuántos más tenían que ir al objetivo, tenía que interpretar los datos de la computadora de misión del avión, tenía que escuchar todas las histéricas llamadas de radio que inundaban la frecuencia táctica.

    Esa fue la parte más difícil: oír la jerga histérica sin parar en la radio. La frecuencia era una cacofonía de locura. Todo el mundo estaba gritando. Nadie estaba transmitiendo con una voz normal. Se podía oler la adrenalina bombeando a través de cada cabina.

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    El controlador de ataque aéreo en el avión de la Fuerza Aérea E-3 AWACS (Avión de alerta temprana y sistema de control) estaba tratando de cantar la información a los cazas del ataque:

    -“¡Bogeys a las doce en punto, cuarenta!”

    “¿Dónde? ¿Dónde? ¡Repita!”

    -“Manny, uno-ocho-cero, treinta y cinco.”

    -“Quicksand 400,” -dijo el controlador, usando el indicativo de los líderes del ataque-, los bogeys están en Manny, dos-cero-cero, treinta. . . “

    “¿Manny?” Mongo trató de recordar ¿qué demonios era Manny?” Era un lugar en el suelo, un aeródromo o algo en el norte, que decidieron usar como punto de referencia. La técnica se llamaba “Control de Bullseye”, haciendo referencia a todo alrededor de un punto geográfico, o “bullseye”. Todos los aviones no identificados serían llamados en relación con el punto llamado “Manny.” Si algo estaba al sur de Manny a treinta millas, se supone que tendrías rumbo y distancia: “Manny, uno-ocho-cero, treinta.” Tratar de situar todo alrededor de “Manny” era una gimnasia mental que se estaba poniendo muy complicada.

    La charla era incesante, abrumadora. Nada de eso tenía sentido para Mongo. Era el Dash dos, la posición número dos en el vuelo de cuatro aviones, situado en el flanco izquierdo de la formación. Sólo quedaban cuarenta millas para llegar al objetivo.

    Cuatro minutos más. Mongo dejó de intentar dar sentido a la charla de la radio. Era hora de pensar en bombardear.

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    Un “bogey” era un avión no identificado. Por las estrictas ROE (Reglas de enfrentamiento) aplicadas por el comando de la coalición aliada a los cazas de la Armada en la Tormenta del Desierto, no se podía disparar a un bogey hasta que lo etiquetaban como un “bandido”, lo que significaba que había sido positivamente Identificado por un aparato aerotransportado, ya fuese un Hawkeye E-2 de la Marina o un AWACS E-3 de la Fuerza Aérea, como uno de los “malos”. La única manera en la que podía hacer un disparo legalmente, era tras una VID (Identificación Visual), lo que significaba que tenías que estar lo suficientemente cerca para ver que el bogey era, de hecho, un bandido. Por supuesto, el bandido podría haber llegado a la misma conclusión acerca de tí. La confrontación se convertía entonces en un “quien desenfunda más rápido”.

    La restricción tenía sentido, considerando que los cielos sobre Irak estaban ahora más congestionados que el área de control de tráfico aéreo de Nueva York. Estaban abarrotados de aviones militares de la coalición, todos empecinados en disparar a algo, cualquier cosa, siempre y cuando pudiera ser un enemigo.

    El problema era que los pilotos de caza iraquíes no sufrían de tales restricciones. Podían apuntar sus misiles en casi cualquier dirección y estar seguros de que estaban dirigidos a un avión de combate de la coalición.

    Lo que explicaba, al menos en la mente de los pilotos de los Hornet, lo que le sucedió a Scott Speicher la noche anterior. Aproximándose a su objetivo, el líder de vuelo de Speicher había informado de la obtención de una adquisición de radar en un “bogey”. El bogey estaba viniendo de frente. En el modo radar aire-aire del Hornet, el bogey apareció electrónicamente como un MiG-25 en vuelo supersónico.

    Eso no era lo suficiente para marcar al extraño como hostil. Según las ROE, tenían que obtener una confirmación del AWACS. O tenían que hacer una identificación visual, lo que no era posible en la absoluta oscuridad sobre el desierto.

    El bogey, por lo tanto, no era un bandido. No legalmente. Nadie disparó. En cuestión de segundos, el bogey, quienquiera que fuese, pasó detrás del vuelo de Hornets y desapareció.

    Minutos más tarde, los Hornets llegaron sobre su objetivo. Pero ahora sólo había tres en la formación. Scott Speicher, que había sido el número cuatro, estaba desaparecido. Nunca más se volvió a verlo.

    Al día siguiente, el mando de la coalición emitió el informe de que Speicher había sido “probablemente” derribado por un misil de superficie-aire construido en Rusia.

    Los pilotos sabían la verdad. En su interior sabían lo que realmente había sucedido: El “bogey” era realmente un “bandido” -un MiG-25 iraquí- que realizaba lo que se llamaba una “conversión desde atrás”. Había ejecutado un giro oportuno para caer directamente detrás del vuelo de Hornets. Adquirió al Hornet número cuatro y disparó un misil aire-aire AA-6.

    Y derribó a Scott Speicher.

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    Todo esto estaba en la mente de Mongo ahora. El vuelo de Hornets estaba dentro de territorio iraquí. Treinta millas para el objetivo. La cabeza de Mongo se movía como si estuviera en un tiovivo: izquierda, derecha, arriba, abajo, barriendo el cielo, el desierto, el horizonte. Había cosas desagradables por ahí, cosas que los matarían: SAM, antiaéreos, cazas enemigos, cazas amigos.

    Iban ahora rápidos como el diablo, casi en supersónico. Mongo tenía que seguir “tocando” su dispositivo de postcombustión, llevando los aceleradores más allá del retén de potencia total, para mantenerse dentro de la formación. En combate, la velocidad era tu mejor amiga. La velocidad era la vida. Cuanto más, mejor.

    El parloteo de la radio estaba empeorando. Sonaba como la hora de comer en la jaula de los monos.

    Y luego a través del caos de las transmisiones de radio llegó un aviso del control de ataque. Cortó la cháchara como un cuchillo:

    -Quicksand 400, dos bandidos en vuestros morros a quince.

    Un chute de adrenalina inundó a Mongo. El controlador había dicho bandidos. No bogeys. Bandidos.

    ¿Lo había oído? Mongo sintió una punzada de incertidumbre. En la confusión de transmisiones de radio cruzadas, ¿podría haber oído mal?

    Mongo se obligó a cambiar su atención dentro de la cabina, algo que odiaba hacer en este momento crítico, sólo por un segundo. Cambió al modo aire-aire.

    Dos barridos más tarde, allí en su pantalla de radar, podía ver a uno de los “bandidos”. El radar estaba identificando electrónicamente al blanco como un caza MiG-21 Fishbed. El MiG estaba en velocidad supersónica, dos mil pies más abajo.

    Estaba volando directamente hacia él.

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    Doce millas de distancia. El bandido estaba bien dentro del rango del Sparrow. Nadie en el vuelo estaba disparando. ¿Porque diablos no? ¿Había oído mal? ¿Acaso el controlador del Hawkeye no había dicho bandidos? ¿O dijo algo más?

    Mongo seleccionó un misil Sparrow guiado por radar en su pantalla de armamento. Su dedo se acercó al gatillo de su palanca de control.

    Durante un milisegundo, luchó contra sus pensamientos contradictorios: Tal vez oyó lo que quería oír. Tal vez no era un MiG. . .

    Si se trataba de un MiG, el piloto iraquí estaría disparando. Tal como lo hizo el MiG anoche en Speicher.

    Mongo apretó el gatillo.

    ¡Whoom! El misil de quinientas libras, Sparrow, abandonó su rail como un tren de mercancías fuera de control. Mongo observó cómo el misil aceleraba. Estaba volando en arco – allí estaba – una mota, cada vez más grande. . . El MiG!

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    Se estaba acercando rápido. Mongo consiguió echar un vistazo al rápido caza de fabricación soviética, justo a tiempo para verlo estallar en un brillante destello. El Sparrow alcanzó su objetivo.

    Mongo alabeó, subiendo su ala derecha. Podía verlo claramente: el patrón de camuflaje desértico, la insignia de la Fuerza Aérea Iraquí. El MiG era un desastre, arrugado en el medio, ardiendo ferozmente, expulsando un grueso humo, descendiendo como un pichón acertado en un tiro al pichón.

    “¡Splash One!” Mongo cantó por la radio.

    “Splash Two”, cantó alguien más.

    ¿Dos? Mongo se había olvidado por un momento: El Hawkeye cantó dos bandidos. Alguien acababa de derribar el segundo. En el lado opuesto de la formación, el segundo MiG estaba dejando tras de sí fuego y humo, yendo hacia abajo como un cuervo reventado. El teniente comandante Mark Fox, que era Dash cuatro en el flanco derecho de la formación, había llegado a la misma conclusión que Mongo: Disparar. Dispara al bastardo antes de que nos dispare.

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    Grabación de vídeo del HUD, mostrando la representación del derribo del MIG 21

    Dos MiGs, dos derribos. Nadie vio paracaídas de ninguno de los MiGs afectados. Eso significaba que un par de pilotos de combate iraquíes ese día se habían citado con Alá. Y nadie en el vuelo de Hornets estaba sintiendo ningún remordimiento particular al respecto. Fue un resultado que se adaptó muy bien a los compañeros de escuadrón de Scott Speicher.

    ¿Como me sentía?

    Me sentí exultante. . .


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    …Eran los comienzos en la guerra (Tormenta del Desierto). Habían estado bombardeando desde altura, por encima de los diez mil, porque el CAG (Comandante del Grupo Aéreo) no quería arriesgarse a perder ningún avión con fuego terrestre tan pronto en el juego. Eso vendría más tarde, cuando entraran para apoyar la invasión terrestre.

    Slab había regresado de una misión en el desierto. Estaba sentado en la sala de brieffing cuando Matt Moffit, su capitán, entró.

    “El CAG quiere verte, Slab. Ahora.”

    Por un instante, mientras Slab seguía a su patrón por el pasillo, bajando por la escalera hasta la segunda cubierta, se le pasó por la cabeza que podría estar recibiendo una medalla. ¿Una cruz de vuelo distinguida? ¿Una Medalla de la Marina? ¡Por supuesto! ¿Para qué otra cosa sería llamado a la oficina del CAG?

    Y entonces Slab vio la cara del CAG. No estaba sonriendo. El CAG parecía que acababa de digerir un bloque de hormigón. Matt Moffit, un hombre que sonreía mucho, estaba allí de pie con la cara de un funerario.

    Olvídate de la medalla, se dijo. Este no es un día de medallas. Hoy eres carne de perro.

    El CAG sostenía una borrosa fotografía en blanco y negro, del tipo que se copian de las cintas de vídeo de la cabina. La foto era un primer plano de un barco en el agua. El barco era una especie de carguero. Tenía varios agujeros en el casco, y el humo brotaba de la cubierta. El barco parecía como si alguien hubiese sacado la mierda viva de él.

    Su objetivo -su objetivo real- había quedado oscurecido bajo las nubes ese día. Su wingman se había desviado hacia el portaaviones por un problema mecánico. Así que allí estaba, solo, bombas a bordo, con munición en el cañón y sin nada para disparar. Tendría que deshacerse de las bombas antes de regresar a su portaaviones, El U. S. S. América.

    Hasta ahora, pensó Slab, era una guerra aburrida.

    Entonces lo vio, justo en la costa. No se estaba moviendo, ni por asomo, solo situado ahí fuera en el golfo. Incluso desde quince mil pies, Slab pudo ver el buque que parecía un pequeño carguero, ya había sido anteriormente “trabajado”.

    Llamó a Alpha Whisky, el controlador táctico aerotransportado. Les habló del buque.

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    “Roger, Galeforce diez séis. El barco que estás mirando. . . Ah, confirmamos que es definitivamente hostil. El mismo barco fue atacado ayer por algunos A-6. Aparentemente no lo hundieron. ¿Tienes armas a bordo?

    “Afirmativo.”

    “Es todo tuyo.”

    El CAG había decidido que debían lanzar sus bombas desde una altitud de más de diez mil pies. Oookay, pensó Slab. No hay problema.

    Slab rodó sobre sí mismo e hizo un picado de unos 40º grados en el buque objetivo. Presionó el botón de liberación de armas en su palanca de control- dos Mark 83 de unas mil libras. Se trataba de bombas “tontas”, lo que significa que no tenían guía tras ser liberadas del Hornet. Era el propio sistema de bombardeo informatizado del F/A-18 – el que impartía “inteligencia” a las bombas. El equipo resolvía todos los factores de velocidad, ángulo de picado, viento y lanzaba las bombas en un punto calculado en el tiempo y el espacio para depositarlas con precisión en el objetivo.

    Pero era un sistema falible, sobre todo cuando se lanzaba desde una altitud tan alta. Demasiadas variables eran introducidas después de la suelta de las bombas, particularmente la dirección del viento y su velocidad por debajo de los diez mil pies, lo que podría desviar la trayectoria de la bomba en cien pies o más.

    ¡Slab sintió el “Whump”, la sacudida! Cómo sus bombas dejaron el pilón en su ala de estribor. Tiró de la palanca, gruñendo bajo las fuerzas G y miró hacia atrás sobre su hombro hacia el objetivo. Vio dos géiseres de agua, cien pies detrás del barco. ¡Cristo! Si alguien estuviera allí abajo, estarían partiéndose el culo de risa.

    Era hora de presionar. Solo un poco. Volvió a rodar sobre el blanco. Esta vez lanzó a ocho mil pies. ¡Sintió la satisfacción del “Whump”! Nuevamente cuando sus bombas dejaron el pilón. Se recobró del picado y buscó los impactos.

    Cincuenta pies. En el lado de babor.

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    Esto es una mierda, pensó Slab. Con ese pensamiento, -su computadora lógica de piloto de combate- comenzó a pasar por una compleja racionalización. El tope de diez mil pies estaba realmente destinado a objetivos en el desierto, ¿verdad? Ahí es donde tienen todos los misiles y las armas antiaéreas. Esto es sobre el agua, ¿verdad? Así que la regla realmente no se aplica, ¿verdad? Realmente no. . .

    Abajo se fue. En un pronunciado y bajo picado. Slab siguió picando hasta que el buque iraquí se volvió del tamaño del Bismarck en su parabrisas. ¡Whump! Lanzó sus bombas y Slab salió del picado. Estaba a baja altitud sobre el agua. Gruñendo, miró por encima del hombro.

    Vio una gran columna de géiser en la línea de flotación, a babor. Y directamente en centro del barco, donde solía ser la superestructura del buque, una bola de fuego grande, naranja, vomitando trozos de metal y petróleo. Fue una visión horrible. Y gloriosa.

    ¿Ahora que? Bueno, demonios, él ya estaba aquí abajo de todos modos. Las bombas habían desaparecido, pero todavía tenía armas. . .

    Slab rodó de nuevo en el buque humeante. No veía signos de vida, ni barcos en el agua, nadie disparaba. La tripulación iraquí se había largado tan pronto como los A-6 se presentaron ayer.

    A una distancia de mil metros abrió fuego con el cañón rotatorio montado en el morro del Hornet. Brrrrrrrraaaaaaaaaaap.

    El cañón rotativo M61 era un arma temible. Disparaba a una increíble tasa de seis mil disparos por minuto. Vio a las trazadoras arqueándose en la nave. Piezas que volaban fuera del casco, fuera de la cubierta, rasgando todo a su paso como escombros en un huracán. Chispas que destellaban. Agujeros abiertos en el casco oxidado del buque.

    Hizo otra pasada. Seis mil disparos por minuto-Brrraaaappppp. . . Brrrraaaaaaaaaaaaaaaap-disparó hasta que la munición se terminó.

    Echó un último vistazo mientras salía del golfo. El carguero estaba semihundido. El humo salía de las escotillas, de la superestructura destrozada, de los agujeros en el casco. El barco iraquí no presentaba buen aspecto.

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    De vuelta en la cubierta del América, Slab fue a la oficina de Inteligencia para la sesión de información de la misión. Les contó a ellos sobre el descubrimiento del buque, y sobre tener permiso de Alpha Whisky. Sí, comentó, sobre que hizo buenos impactos. Decidió no ser demasiado específico en materia de altitudes.

    Y luego, casi de forma tardía, entregó al oficial de inteligencia la cinta HUD (Head Up Display), el video de la cabina que registró todo lo que había hecho.

    El CAG estaba sosteniendo la foto en blanco y negro del humeante carguero. Era una ampliación tomada del video del HUD de Slab.

    ¿A Qué altitud fue esto?

    -Ah, señor, pude haber estado un poco por debajo de la altitud del tope …

    “Setecientos pies.”

    -Señor, no creo …

    “¡SETE. . . CIENTOS. . . JODIDOS. . . PIES! Eso tuvo lugar a nueve mil trescientos pies por debajo de la altitud mínima de lanzamiento.”

    Ahora Slab lo supo. Definitivamente no estaba aquí para conseguir una cruz de vuelo distinguido.

    “Sí señor. Pude haber tomado una mala decisión.

    El CAG tenía mucho en que pensar, siendo responsable de las actividades de los ochenta aviones de combate y del destino de todos sus pilotos. Esta no era su primera guerra. Como novato joven y fresco, había sido atrapado en los últimos días de Vietnam. Era un hombre que entendía las pasiones de los jóvenes pilotos de caza, y no daba ni un centavo por uno que no estuviese dispuesto a perseguir al enemigo, ni siquiera a setecientos pies.

    “Slab, mete esto en tu cabezota. No voy a perder ningún avión a causa de estupideces de vaqueros como ésta. Si sospecho que vas a hacer algo así de nuevo, te patearé el culo desde aquí hasta Bagdad. ¿Lo pillas?”

    “Sí señor.”


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    Al igual que a los otros novatos, a “Road” Ammons le encantaba esta fase del plan de instrucción. El combate aire-aire estaba resultando ser su tema más fuerte. Le encantaba el uno contra uno, en el que el mejor piloto gana el juego. Le recordaba a los deportes universitarios, enfrentándose a un oponente y tratando de vencerlo.

    Hasta que llegó a Key West, Road Ammons había creído que era intocable. Había llegado tan lejos en su carrera de vuelo sin ningún contratiempo importante. No SODs (señal de dificultad, un aspirante a piloto sólo puede tener un máximo de 3). Sin amenazas que pongan su vida al borde del precipicio. Lo había hecho bien en la fase de familiarización, mejor que las puntuaciones promedio en la fase de bombardeo. En la fase de empleo de armas, aquí en los vacíos espacios azules sobre los Cayos de Florida, yendo uno contra uno, contra los otros novatos y contra los chicos del escuadrón adversario… bueno, demonios, ¡él estaba pateando culos!

    Seguramente, se había empecinado, siendo demasiado agresivo contra un bogey y permitiendo que el wingman adversario lograra ponerse en parámetros de disparo. Ese tipo de cosas –el empecinamiento- era de esperar si estabas probando nuevas tácticas, probando lo que funcionaba y lo que no. Pero en las maniobras BFM-Maniobras basicas de combate-el bueno de Road Ammons se estaba convirtiendo en un piloto de caza bastante bueno.

    Hasta esa tarde. Esa fue la tarde en que cayó del cielo como una tapa de alcantarilla.

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    Los ojos de Road parecían lámparas halógenas. “¡Mierda, hombre, pensé que íbamos a chocar!”, Dijo en la sala de preparación de Key West. “Nunca he estado más aterrorizado en un avión.”

    Road arrancó la anilla de una lata de cola y la vació en dos largos tragos. Llevaba en el suelo una hora y media y seguía sudando.

    Había sido un uno-contra-uno, caza contra caza. El ejercicio se llamaba Maniobras Básicas de combate y era la esencia del combate aéreo. Cielo de mediodía. Duelo de Hornets, uno contra uno.

    Road había estado volando con un instructor, Barney Barnes, en el asiento trasero. La misión era ir uno vs uno allí en el área de operaciones contra otro aspirante, que también tenía un instructor en su asiento trasero. Los instructores estaban allí no sólo para instruir sino para sacar los novatos de una calamidad inminente. Las cosas suceden muy rápido en el aire-aire.

    Estaban siendo dirigidos por GCI (Control de Tierra) – radar – para interceptar el “bogey”, que en este caso era su compañero de clase, Rick McCormack. En el asiento trasero de McCormack había otro instructor, Halley.

    Road adquirió el bogey en su propio radar APG-65. Luego, a unas diez millas de distancia, obtuvo una identificación VID visual. El otro Hornet parecía un depredador gris siniestro que venía directamente a él. Road sólo podía distinguir la silueta frontal distintiva del caza -los estabilizadores verticales angulares que lo identificaban como un F / A-18. Road sabía que el piloto del bogey, McCormack, estaría en este momento realizando el mismo procedimiento, blocándolo con su propio radar. Estaban llegando al cruce. Rápidamente. Dos manchas en el cielo caribeño, que se acercaban la una a la otra con una velocidad de aproximación de 1.100 millas por hora.

    Era la clásica maniobra de apertura de un 1 vs 1. ¡Whoooooom! Cara a cara, a quinientos pies de distancia se cruzaron, la misma altitud, veintinueve mil pies.

    -Fight’s on (llamada para el comienzo del combate) -exclamó Halley-.

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    Y así fue. La idea ahora era situarse detrás de su oponente, maniobrar en ese cono de treinta grados, de una a cuatro millas detrás de su tobera, que era la zona de acierto para el AIM-7 “Sparrow” y el AIM-9 “Sidewinder” misiles aire-aire portados en el Hornet. Si te acercas, a una milla de la cola del bogey, cambias a cañón y tratas de hacerle estallar al estilo Baron Rojo con la gran pistola Gatling del morro.

    Con algo de nivel, los enfrentamientos cara a cara como éste, a velocidades iguales, ningún caza tiene ventaja. Los pilotos comienzan un duelo de giros, cada uno tratando de girar más cerrado que el otro, acortando el radio de giro para llevar su morro hacia la cola del otro. O se convierte en un duelo de tijeras, cuando los cazas se vuelven el uno hacia el otro, cruzando los morros en los cruces de frente, luego invirtiendo las direcciones para volver a cruzar morro contra morro, y así sucesivamente. Continuaran invirtiendo-tijeras-hasta que uno logre girar más cerrado que el otro y consiga meterse dentro del radio de giro del otro. Con pequeños incrementos se obtiene una ventaja posicional y se situa detrás de la cola de su adversario.

    Con los cazas de alto rendimiento como el Hornet, las tijeras pueden ir en vertical en lugar de horizontal. A medida que los cazas se cruzan de frente, tiran hacia arriba, cada uno tratando de mantener la trepada más larga que el otro, hasta que uno se ve obligado a bajar el morro otra vez, exponiendo su cola a un disparo de su adversario. Con cazas de similares características, las tijeras verticales pueden durar varios ciclos, lo que se llama un “rodillo”.

    Road y McCormack pasaron el uno contra el otro. Road vio que el otro morro del Hornet subía. ¡Estaba yendo a la vertical! Road le imitó, tirando de la palanca, gruñendo bajo los seis Gs que estaba aplicando al reactor. Arriba, arriba, arriba fue el morro. El horizonte se alejó. Sólo podía ver azul, el azul del cielo y directamente a través del parabrisas, cada vez más azul cuando el morro apuntó directamente al cielo. A través de la parte superior de la cúpula de plástico transparente de la cabina podía ver el otro Hornet. Estaba cerca, quizás a sólo cien metros de distancia.

    Ambos iban verticales. En paralelo. Directamente hacia arriba. Cada uno mirando al otro a través de su propia cúpula.

    Estaba muy cerca, pensó Road. Estaba mirando directamente a la cabina del Hornet de Rick McCormack. Podía ver a McCormack y en su asiento trasero, a Halley, mirándolos a él fijamente. De este modo, pensó Road, iba a ser difícil bajar el morro sin golpearlos.

    Estaba decelerando, se estaba quedando sin velocidad vertical. Era hora de tirar del morro hacia abajo, sobre su espalda con medio rizo.

    Road empezó a bajar el morro hacia el horizonte. Hacia el otro caza.

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    Entonces vio el morro del otro Hornet moverse. ¡Hacia él! ¡Mierda! Estaban a punto de chocarse, yendo hacia arriba! Y se estaba quedando sin velocidad.

    Road reaccionó instintivamente. Él “golpeó” – empujó – el morro lejos del otro Hornet que venía – hacia atrás volviendo hacia la vertical.

    Lo que resultó incorrecto de hacer. Con su velocidad aerodinámica peligrosamente baja y la abrupta inversión de control, el jet cayó del cielo.

    El Hornet de Road Ammons hizo lo que se llama una “departure”, lo que significa que abandonó el vuelo controlado. El grácil caza F / A-18 Hornet se convirtió en un cuerpo en caída libre, girando y cayendo fuera de control como la tapa de un cubo de basura.

    Sucedió tan de repente. Hey, whoa, ahora. . . que esta pasando aquí. . . Oh, mierda. . . Vamos, avión, deja de hacerme esto. . .

    Road era vagamente consciente de Barney en el asiento trasero. Barney estaba gritando por el intercomunicador: “Road, ¿qué coño estás haciendo? ¡Road, joder, suelta los controles! Road. . . “

    El horizonte estaba oscilando hacia arriba y hacia abajo. El cielo azul estaba intercambiando lugares con el mar azul. Cielo, mar, cielo. Road redujo los gases al ralentí. Se aferró a la palanca de control, activó el interruptor de recuperación de barrenas, trató de recordar el procedimiento de emergencia. Pronunció la invectiva de emergencia estándar de un piloto de combate: mierda, mierda, mierda…

    “Lo tengo, Road”, dijo una voz por el intercomunicador. “¡Road, joder, lo tengo! Suéltalos, Road. Déjame ver tus manos en la cúpula.

    ¿Soltarlos? Oh si. Barney en el asiento trasero. Barney el instructor sabía cómo detener esta maldita cosa salvaje. Road los soltó. Colocó sus manos en el riel de la cúpula, el soporte metálico alrededor de la parte superior del parabrisas.

    Ahora el Hornet estaba haciendo una barrena plana, dando tumbos de un lado a otro en violentas sacudidas, todavía cayendo del cielo a veinte mil pies por minuto. La velocidad aerodinámica indicaba cero. Significaba que el jet no tenía velocidad hacia delante. No hay velocidad para el vuelo.

    Poco a poco las oscilaciones se atenuaron. La velocidad estaba subiendo. ciento cincuenta. ciento setenta. “Está saliendo”, dijo Road. “Creo que estamos volando — Oh mierda-“

    El jet volvía a caer. No estaban saliendo. Aún no. Una vez más la velocidad indicó cero. El Hornet volvía a caer fuera de control como la tapa de una alcantarilla. Road sujetó sus manos en el riel de la cubierta.

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    Estaban bajando a dieciocho mil pies.

    Quince mil.

    El Hornet estaba en otra barrena plana. La velocidad aerodinámica era todavía cero.

    Lo impensable estaba entrando en los pensamientos de Road: Vamos a tener salir de esta cosa. A diez mil pies, vamos a tener que eyectarnos.

    Trece mil. Sigue cayendo. La salvaje oscilación del morro estaba disminuyendo. La velocidad estaba volviendo a subir.

    Cien nudos.

    Ciento cincuenta. Ciento ochenta.

    A diez mil pies el Hornet volaba derecho y nivelado. Volvía a estar bajo control.

    Road se permitió reanudar la respiración.

    -¿Estáis bien? Halley hizo una llamada por radio desde el otro Hornet.

    “Claro que estamos bien”, dijo Barney. -¿Cuál es tu posición?

    -A tus seis, por supuesto. Por cierto, gracias por el disparo. Acabas de ser derribado.”


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    Cuando los novatos querían sentirse mejor acerca de cómo lo estaban haciendo, todo lo que tenían que hacer era pensar en el teniente de grado Junior Rodney Shea. En su breve carrera como aviador naval, Shea había logrado un estatus legendario en el RAG (Grupo aéreo de reemplazo, el último peldaño para convertirse en piloto de F-18).

    Su callsing oficial, inevitablemente era “Rico”, pero que pronto dio lugar a la denominación más conveniente de “Ricochet”. Shea había estado en la Clase 6-94, varios meses por delante de los novatos de la promoción 2-95. Había terminado el entrenamiento de combate de ataque y ya había ido a un escuadrón de la flota. Pero él no había pasado a través del RAG sin dejar un rastro.

    -¿Has oído hablar de Ricochet?

    “Cristo, ¿qué le pasó ahora?”

    “Está recibiendo un FNAEB (consejo de evaluación de aviación naval, de la flota; tras 3 SOD, se dictamina si el piloto debe ser retirado del escuadrón) en su escuadrón de la flota. Significa que la cosa está jodida. El capitán está tan cabreado, que quiere que se largue instantáneamente.

    Sus problemas comenzaron en el RAG. Hubo una famosa ocasión, por ejemplo, cuando salió a la línea de vuelo, hizo el preflight a su reactor a toda prisa y despegó. En el camino hacia el blanco de Pinecastle, donde su vuelo estaba programado para un ejercicio de bombardeo, el Dash cuatro -el número cuatro en el vuelo- notó que el avión de Ricochet no tenía bombas en los pilones. Estaba a punto de sugerir a Ricochet que podría ser incómodo, bombardear sin bombas.

    Pero entonces el oficial de guardia del escuadrón llamó por la frecuencia táctica. Ricochet, de base. Quiero que presione el botón de enlace de datos en el panel frontal de control y compruebe el número de su avión. “

    Roger. Dice el número 334. “

    “Estupendo. Ahora compruebe su tarjeta informativa. ¿En qué avión dice que se supone que debe estar?

    Ricochet lo comprobó. Hmmm. Número de avión 331. Avión equivocado.

    Tomar el avión equivocado era un error que podría tener consecuencias desastrosas, especialmente si el jet tenía un problema de mantenimiento, la carga de combustible equivocada, la carga de armas equivocada.

    Ese había sido el SOD (señal de dificultad) número uno para Ricochet.

    F-18As_VFA-87_with_A-6E_during_1991_Gulf

    Un par de semanas más tarde Ricochet estaba con su clase en Fallon para la fase de bombardeo. El evento final en la fase de ataque era un ejercicio en el que la clase entera de estudiantes planeaban conjuntamente un ataque aéreo profundo coordinado en uno de los polígonos de tiro en Fallon. Los objetivos parecían reales, con tanques y camiones abandonados y edificios fabricados.

    El vuelo de ocho Hornets puso rumbo para el área de destino. Según el plan, adoptaron diferentes aproximaciones para los blancos. Los F / A-18 convergieron en el polígono. A algunos se les asignaron tareas de ametrallamiento, algunos tenían que dejar caer sus armas desde baja altitud. Dos de ellos, incluido Shea, se supone que volarían sobre un punto designado inicial, tirarían hacia arriba abruptamente, luego picarían lanzando sus bombas en su blanco asignado. El objetivo de Ricochet era un edificio prefabricado, una estructura de madera contrachapada del tamaño de un pequeño hangar.

    Las cosas iban bien, hasta que Ricochet debía llegar a su punto de trepada, un cruce de dos caminos. Lo perdió. Así que siguió volando a la altura de los cactus del desierto, mirando. . . Buscando el maldito cruce. . .

    De repente, vio un par de caminos que se cruzaban. Bastante parecidos.

    Tiró hacia arriba. Rodó invertido. Buscó su blanco, tirando de su morro hacia abajo, listo para apuntar sus bombas. . .

    ¿Dónde demonios estaba el blanco?

    Bueno, había una estructura allá abajo que parecía más o menos como su objetivo. Ricochet fue a por ella.

    Más tarde, todos estuvieron de acuerdo en que supuso realmente una bendición el que las bombas de Ricochet ese día fueran sólo Mark 76 de veinticinco libras. Bombas de práctica. Todo lo que hacía una Mark 76 era soltar un buen penacho de humo para que pudiera ser vista. Sin embargo, con doce proyectiles de veinticinco libras lloviendo sobre tu pasto, a través de tu granero, cagando de miedo a todas tus vacas, fue suficiente para que un viejo ranchero de Nevada muy enojado se cagara en toda la Marina de los Estados Unidos.

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    Convocaron un FNAEB para Shea después del incidente de bombardeo en Fallon. La junta revisó cuidadosamente sus registros, desde el entrenamiento básico. Resultó que Ricochet tenía niveles de entrenamiento de vuelo por encima de la media. Su problema no era volar aviones. Era problema de trabajo mental, una vieja etiqueta de aviación para la actividad mental -buena o mala- en la cabina. Hasta ahora, el trabajo mental de Ricochet había sido terriblemente malo.

    Pero el consejo decidió que Ricochet debía ser inteligente, o nunca habría superado todas las capas de la criba, todo el trayecto hasta el entrenamiento de combate. Ellos decidieron a su favor. Los problemas de Ricochet eran simplemente aberraciones aisladas. Su trabajo mental estaba destinado a mejorar.

    Estaban equivocados.

    Ricochet se graduó del RAG y se le destinó a su escuadrón de la flota, con sede en Cecil Field. Al cabo de un mes, se aseguraría para sí un lugar de leyenda en la marina de guerra.

    Sucedió en un vuelo con armamento múltiple, un bombardeo seguido de un ejercicio de intercepción aire-aire.

    Llevaban misiles Sidewinder AIM-9 en las estaciones de las puntas del ala. Habían terminado la parte de bombardeo de la misión, y ahora Ricochet estaba haciendo intercepciones en una sección de otros dos Hornets, encabezados por el oficial al mando del escuadrón.

    Se suponía que Ricochet estaba “clasificando” los bogeys, lo que significaba separar e identificar a los blancos potenciales usando su radar aire-aire y la cabeza buscabora de calor de su misil Sidewinder.

    Declaró un objetivo: el Hornet que estaba volando el oficial al mando del escuadrón. Ricochet obtuvo un “blocaje” con el Sidewinder. Todo lo que necesitaba era un “tono”, el sonido estridente en sus auriculares que le decían que el sistema de guía del Sidewinder estaba siguiendo el objetivo y estaba listo para ser lanzado.

    Repentinamente Ricochet sintió un Whoosh! ¡Para su horror, vio el misil Sidewinder dejar su rail en la punta del ala! ¡La cosa se había disparado! El misil salió como un galgo por la puerta de salida, su motor sin humo no dejó rastro y se desvaneció en la atmósfera. Se fue desvaneciendo hacia el avión del comandante. No había manera de anular un misil lanzado Sidewinder. Llevaba su sistema de guía en la cabeza del misil. Una vez disparado, el Sidewinder tenía su propia misión de búsqueda y destrucción.

    AIM-9M_Sidewinder_is_launched_from_FA-18

    Ricochet esperó una eternidad. Diez segundos. Veinte. Medio minuto.

    -Ah, capitán -dijo por la radio-.

    “Adelante.”

    “Uh, acabo de tener un TFOA”. TFOA es el acrónimo de “Things Falling Off Aircraft (cosas cayendo del avión)”.

    -¿Qué es lo que falta?

    -Un Sidewinder.

    ¿Lo has perdido?

    -Más o menos, sí, señor.

    “¿Cómo?”

    “Bueno, puede que. . . Uh, se lanzó el mismo– “

    “¿Lanzado? ¿Cuando?”

    “Justo ahora.”

    Silencio. El oficial comandante sentado en la cabina de su caza, mirando a su alrededor, esperando a ver si iba a morir. A medida que pasaban los segundos, un único y bien definido objetivo se empezó a marcar en su conciencia como una nube de tormenta: si sobrevivía a esto, iba a matar a ese estúpido hijo de puta que acababa de dispararle un misil.

    Sobrevivió a ello. El misil desapareció. De vuelta en tierra, el capitán quiso ver la cinta de vídeo de la cabina de Ricochet. Todo estaba allí en la cinta: Ricochet había conectado el interruptor de armamento principal durante el ejercicio de bombardeo, luego se olvidó de poner el interruptor a la posición de seguro. Con el interruptor todavía conectado, el misil Sidewinder de Ricochet era lanzable y letal.

    Luego había hecho lo último y necesario: apretó el gatillo. Lo único que había salvado al capitán era que el misil había sido disparado antes de que el tono de adquisición hubiera llegado. El sistema de guía del Sidewinder necesitaba de unos tres segundos más de adquisición para blocarse en él.

    Era el final de Ricochet. El oficial comandante ordenó la convocatoria de otro FNAEB. Y dejó en claro que no estaba de humor para oír cualquier tontería de la junta acerca de lo inteligente que era el tipo, sobre “aberraciones aisladas”, acerca de sus buenos registros en el entrenamiento básico. Lo que quería oír era que Ricochet se había ido. Fuera de allí. Es historia.

    Y así fue.

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    Guest

    Mirddyn

      

    Me ha gustado mucho. Las anécdotas son interesantes, pero sobre todo me encanta como lo has escrito. Enhorabuena por hacerlo tan bien.

    La historia de "Ricochet" me ha recordado lo que pasó con el EF2000 español en Letonia. ¿Será que Ricochet después se vino al EdA?.

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